Hay novelas que viven en nuestra imaginación mucho tiempo después de haberlas leído. Algunas nos...
Celebrar el libro, abrazar la pausa
Cada 23 de abril, el mundo celebra el Día Internacional del Libro. Una fecha que conmemora a grandes escritores, pero también —y sobre todo— al objeto en sí: el libro. Ese compañero silencioso que, aún en tiempos de inmediatez y pantallas, sigue ocupando un lugar irremplazable.
En un contexto donde todo se acelera, el libro en papel nos propone otra lógica. No vibra, no actualiza, no interrumpe. Nos espera. Nos invita a detenernos, a mirar hacia adentro, a imaginar. En ese gesto íntimo y profundo de abrir un libro, hay algo que se opone —amorosamente— a la vorágine de lo instantáneo.
Las últimas tendencias mundiales, revalorizan el libro sosteniendo la firme convicción de que, leer es una forma de resistencia pacífica. Es un acto sin estridencias que, sin embargo, transforma. Leer un libro es tomarse el tiempo de escuchar una voz que no grita. Es dejarse afectar por una historia, una idea, un personaje. Es elegir la profundidad en lugar del zapping mental.
El libro en papel: pausa y permanencia
Frente a la lógica del consumo rápido de contenidos, el libro en papel persiste. Tiene peso. Tiene olor. Tiene margen para hacer anotaciones. Es una experiencia completa, multisensorial, que nos ancla en el presente y nos conecta con una larga cadena de lectores.
No se borra con un clic. No desaparece si se corta el wifi. El libro físico, más allá de su contenido, representa una forma de estar en el mundo. Una elección por lo tangible, por lo duradero, por lo compartido con otros sin intermediarios digitales.
Libros que son parte de nuestra propia historia
Todos recordamos algún libro que nos marcó. Un título que nos abrió la cabeza, que nos hizo llorar, que nos dio respuestas o nos llenó de preguntas. A veces fue en la infancia. Otras, en la adolescencia. A veces, ya de grandes. Por eso en nuestras propuestas educativas insistimos en acercar buenos libros, en promover lecturas con sentido. Porque sabemos que un libro no cambia el mundo, pero sí puede cambiar a quien lo lee. Y esa persona, entonces, empieza a ver el mundo de otra manera.
No es solo una actividad académica, ni un pasatiempo. Leer es un modo de habitar el mundo. Este 23 de abril, celebremos no solo los libros, sino también lo que hacen con nosotros: cómo nos transforman, cómo nos acompañan, cómo nos despiertan.
