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Maestro: ¿se nace o se hace?

Cada año, cuando celebramos el Día del Maestro, vuelve la misma pregunta: ¿un maestro nace con esa vocación o se forma a lo largo del camino? La respuesta, quizás, esté en el equilibrio entre dos fuerzas.

Por un lado, la pasión, la paciencia y esa chispa de conexión con los demás, algo que no se enseña en ningún manual y que parece venir “de fábrica”. Por el otro, la preparación, el estudio constante y la búsqueda de nuevas herramientas, que permiten transformar esa vocación en un verdadero arte.

Los gestos que dejan huella

Lo que hace inolvidable a un maestro no siempre son las grandes hazañas, sino los pequeños gestos que permanecen para siempre en la memoria. Cuando pensamos en aquellos docentes que marcaron nuestra vida, rara vez recordamos fórmulas matemáticas o listas de fechas históricas. Lo que aparece son momentos: aquel profesor que nos dijo “sé que podés” justo cuando dudábamos; aquella maestra que nos dedicó unos minutos extra para ayudarnos a entender; ese docente que se animó a escucharnos como personas, más allá de las notas.

A veces, la huella se deja con lo más sencillo: un comentario alentador, un silencio que da espacio, una sonrisa que transmite confianza. Esa diferencia es lo que marca que la enseñanza no solo pase por la cabeza, sino también por el corazón.

Y así como los maestros dejan huella, también hay alumnos que marcan a sus docentes. Un niño que sorprende con una pregunta inesperada. Una alumna que comparte un dibujo como regalo. Una clase que, con su entusiasmo, le recuerda al maestro por qué eligió enseñar. La enseñanza, al fin y al cabo, es un encuentro donde siempre quedan huellas, en ambos sentidos.

Los grandes maestros no siempre son los más famosos ni los que salen en los libros de historia. Son quienes, en el aula, día tras día, siembran semillas que tal vez florezcan años más tarde, cuando un exalumno recuerde un consejo, una actitud o incluso una mirada de confianza.

Ser maestro, entonces, es un poco de ambas cosas: se nace y se hace. Nace de la vocación, de esa mirada distinta hacia el mundo, y se hace en el estudio, la práctica y el encuentro con cada nueva generación de estudiantes.

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Este Día del Maestro celebramos no solo a quienes enseñan, sino a quienes inspiran. A los que dejan huella con pequeños gestos que se vuelven eternos.

¡Les deseamos un muy feliz día!
El equipo de Kel Books