Leer no solo nos transporta a otros mundos: también transforma la forma en que nuestro cerebro piensa, siente y se conecta con los demás. Cuando seguimos la historia de un personaje, nuestro cerebro activa las mismas áreas que usaríamos si estuviéramos viviendo esas experiencias. Es decir, cuando leemos sobre alguien que corre, teme o ama, nuestro cuerpo “simula” esas acciones. Así, la lectura se convierte en una especie de ensayo emocional y cognitivo.
“Leer es una gran manera de expandir nuestro horizonte de experiencias”, explica Raymond Mar, doctor en Psicología de la Universidad de York (Canadá), en una entrevista para BBC Mundo realizada por Analía Llorente. Su investigación —junto a la de otros especialistas como Keith Oatley (Universidad de Toronto) y Véronique Boulenger (Laboratorio de Dinámicas del Lenguaje de Lyon)— confirma algo que los docentes, los lectores y los amantes de los libros intuimos desde siempre: cuando leemos, vivimos muchas vidas a la vez.
Esto explica por qué recordamos escenas literarias como si hubieran sido experiencias personales. La mente genera imágenes, olores, movimientos. Una descripción de un bosque puede encender la corteza visual; una acción —como “patear” o “correr”— activa regiones motoras; un diálogo emocional despierta las áreas relacionadas con la empatía. Es como si el cerebro ensayara la vida a través de las palabras.
Oatley y Mar lo explican con una idea hermosa: leer ficción es una forma de “simulación mental” que nos permite practicar emociones, decisiones y dilemas sin riesgo. Cuando un estudiante lee Wonder de R. J. Palacio, se ejercita en la empatía y en la aceptación de la diferencia. Con The Curious Incident of the Dog in the Night-Time, de Mark Haddon, aprende a mirar el mundo desde otra lógica, desde otra sensibilidad. To Kill a Mockingbird o Anne of Green Gables despiertan la conciencia moral, la justicia y la compasión.
En la práctica docente, esto tiene un enorme valor. Leer en el aula no solo forma lectores competentes, sino personas más conscientes y empáticas, capaces de ponerse en el lugar del otro, de interpretar gestos, silencios y emociones.
Desde la neuroeducación, sabemos que cuanto más se activa el cerebro en una experiencia, más significativo se vuelve el aprendizaje. Por eso, cuando los alumnos leen en inglés, es fundamental elegir textos que los conecten emocionalmente. No basta con entender las palabras: hay que vivirlas.
Actividades como dramatizar fragmentos, escribir finales alternativos, recrear escenas o leer en voz alta generan un aprendizaje multisensorial que refuerza la comprensión y la memoria. En palabras de Boulenger, el cerebro “simula la acción que lee”; en palabras de un buen docente, los alumnos “se apropian del texto”.
En definitiva, leer no es un acto pasivo. Es una experiencia corporal, emocional y social. Cada libro que leemos deja huellas físicas —en nuestro cerebro— y simbólicas —en nuestra mirada del mundo—.
Por eso, fomentar la lectura en todas las edades es mucho más que enseñar vocabulario o gramática. Es invitar a los estudiantes a imaginar, empatizar y ensayar la vida.
Como señala Raymond Mar, la lectura nos permite vivir vidas que no son nuestras, y esa es precisamente la magia que convierte a los libros en herramientas tan poderosas: al entender mejor a los personajes, también aprendemos a entendernos mejor entre nosotros.
De manera intuitiva, quienes enseñamos sabemos que leer no solo amplía el conocimiento, sino que despierta la imaginación, la percepción y la posibilidad de “vivir” escenas que enriquecen temas que, en apariencia, podrían resultar más áridos o distantes.
Con la certeza de que la literatura tiene el poder transformador de dejar huella en nuestro saber y sentir, es nuestra misión valernos de este gran recurso para convertir contenidos que quizás no figuran entre los preferidos de los estudiantes en experiencias apasionantes, llenas de sentido y emoción. En nuestro ciclo Literature and War, exploramos los matices humanos detrás de los hechos históricos, permitiendo que los alumnos comprendan la historia no solo con la mente, sino también con la emoción y la empatía.
Este artículo fue inspirado en la nota “Qué pasa en tu cerebro cuando lees”, de Analía Llorente, publicada por BBC Mundo. Te invitamos a leerla completa aquí para conocer más sobre las investigaciones y hallazgos científicos que exploran cómo la lectura transforma nuestro cerebro.