En un mundo que a menudo parece avanzar a toda velocidad, es primordial recordar la importancia de cuidar el ser niño, desafiarlos de manera adecuada para cada edad y rescatar siempre su innata curiosidad e inteligencia.
El Día del Niño nos invita a reflexionar sobre nuestra misión como adultos: proteger y fomentar el desarrollo integral de los niños.
Los niños son naturalmente curiosos, desean conocer y aprender. Nuestra tarea es presentarles retos que sean alcanzables, pero que requieran esfuerzo, para que también sean satisfactorios al superarlos. De esta manera, fomentamos su confianza y su capacidad de enfrentarse a nuevas situaciones de forma equilibrada. Un desafío bien medido puede ser una fuente de motivación y aprendizaje, mientras que uno excesivo o inadecuado para su madurez puede llevar a la frustración o a la angustia.
Además, tienen una capacidad maravillosa para crear sus propios simbolismos y mundos de fantasía. Es vital permitirles espacio para desarrollar estas habilidades, evitando darles todo resuelto. Al dejar que exploren y creen, estimulamos su imaginación y su capacidad para resolver problemas de manera creativa. Este tipo de aprendizaje es fundamental para su desarrollo emocional e intelectual.
En nuestra sociedad actual, es fácil caer en la trampa de sobreinformar a los niños y ofrecerles un exceso de opciones. Este enfoque, aunque bien intencionado, puede resultar abrumador y contraproducente. Los niños no necesitan conocer todos los detalles de las decisiones adultas ni estar expuestos a temas que pueden angustiarlos. Es importante filtrar la información y proporcionarles un entorno en el que se sientan seguros y comprendidos, permitiendo que su curiosidad guíe las conversaciones que realmente necesitan tener. Además, es esencial no adelantarnos al deseo de los niños, queriendo en ocasiones responder preguntas no formuladas o regalando juguetes o disfraces no pedidos, no deseados o no acordes a su edad. De esta manera, evitamos quedarnos sin nada que los sorprenda, los interpele, los invite a descubrir o, simplemente, tengan antes de desear.
El síndrome del emperador es una problemática cada vez más común, donde los niños asumen roles dominantes en la dinámica familiar, dictando normas y expectativas sin aceptar límites. Esto puede tener consecuencias graves, como dificultades para manejar la frustración, carencia de empatía y problemas de comportamiento. Este síndrome se ve agravado por la exposición constante a contenido ultraprocesado. En un mundo dominado por la tecnología, los niños están cada vez más expuestos a estímulos que distorsionan su percepción de la realidad.
Los videojuegos, los niños youtubers que siempre tienen un nuevo juguete, y el exceso de cosas que pierden su valor inmediatamente después de desempacarlas son solo algunos ejemplos. Estos entornos digitales y consumistas pueden reducir la capacidad de los niños para disfrutar del juego simbólico y creativo. Es esencial equilibrar el tiempo de pantalla con actividades que fomenten la imaginación y la interacción social real, permitiendo que los niños desarrollen un sentido saludable de la realidad y la fantasía.
Nuestra misión es proteger la esencia de ser niño, creando un entorno que desafíe de manera adecuada, que valore la curiosidad y que permita a los niños desarrollarse a su propio ritmo. Al evitar la sobreinformación y el exceso de opciones, y al proporcionar oportunidades para la creación y la fantasía, ayudamos a los niños a construir una base sólida para su futuro. En este Día del Niño, recordemos la importancia de cuidar su ser niño, respetando su evolución y celebrando su capacidad infinita para aprender y crecer.
¡Qué disfruten un gran Día del Niño!